Actualmente conviven dos teorías sobre esta cuestión.
La más tradicional nos dice que la edad en que la mayor parte de las niñas y niños están maduros para la adquisición de esta herramienta es alrededor de los 5 o 6 años.
Pero otros pedagogos defienden que las investigaciones sobre el desarrollo de la mente han demostrado que el lenguaje escrito es una forma tan válida de estimulación como cualquier otra, por lo que actualmente no se espera a que el niño haya madurado sino que se ofrece lectura para ayudarle a madurar.
Nos dicen que los bebés aprenden a hablar, a andar, a correr, a relacionarse con el mundo a lo largo de los tres o cuatro primeros años de vida. ¿Por qué durante esa etapa? Porque sus capacidades psicofísicas se lo permiten y porque su cerebro está ávido de recibir información que le permita conocer el entorno que le rodea y relacionarse con las personas que tiene cerca. De la misma manera que aprenden todas esas cosas, los niños pueden aprender a leer, ya que a partir de los dos años de edad el desarrollo cerebral del niño permite incorporar la información lectora.
Lo que varía enormemente entre el aprendizaje de la lectura a los 6 años o a los 2 años es la técnica que se emplea. A los 6 años se empiezan a enseñar las letras, luego las palabras y después las frases. En la enseñanza de la lectura a los 2 años, lo último que se enseñan son las letras, porque el cerebro de un niño de esta edad está preparado para ir del conocimiento global al conocimiento concreto, de los grande y general a lo pequeño y preciso. Las letras no significan nada para un niño de 2 años. Son signos vacíos de significado y de interés. Pero no sucede lo mismo con las palabras enteras. Las palabras conocidas por el niño forman parte de su universo conocido, tienen un significado no sólo intelectual, también emotivo.
El niño aprende las palabras habladas que escucha diariamente, puede memorizarlas y reconocerlas al asociarlas con objetos o personas concretas.
El niño de dos años necesita, para acostumbrarse al lenguaje escrito y comenzar a leer, disponer de unas palabras lo suficientemente grandes y atractivas como para captar su atención. También necesita una forma específica de aprendizaje que respete sus características: edad, intereses, ver diariamente y de forma repetida las palabras escritas que forman el vocabulario básico de su universo, sesiones cortas, divertidas y llenas de cariño.
De modo que una vez más nos enfrentamos a la difícil tarea de informarnos y discernir, lo único seguro, elijan lo que elijan es que si la lectura es una de las puerta de entrada al conocimiento, es fundamental que su aprendizaje no se convierta en una actividad que genera frustración.
Piaget: "El niño no almacena conocimientos sino que los construye mediante la interacción con los objetos circundantes"
Vigotsky: "Detrás de cada sujeto que aprende hay un sujeto que piensa". Para ayudar al niño debemos "acercarnos" a su "zona de desarrollo próximo"; partiendo de lo que el niño ya sabe.
Ausubel: Los aprendizajes han de ser funcionales (que sirvan para algo) y significativos (estar basados en la comprensión). Yo he de tener elementos para entender aquello de lo que me hablan.
1 comentario:
Lo más importante de la vida suele suceder sin que nos demos cuenta. Yo creo que esto viene a confirmar lo que ya sabíamos... que hay niñxs que se interesan por la lectura antes y otrxs después... y que siempre esta bien, solo que lo harán desde puntos diferentes de su propio desarrollo.
Publicar un comentario