miércoles, 30 de septiembre de 2009

Adornando el tiempo

Una actividad muy bonita para hacer con los niños y ayudarles a ver el paso del tiempo, consiste en realizar una manualidad para adornar la puerta de entrada a casa. Nosotros hace tiempo que lo venimos haciendo y es una fiesta llegar a casa y ver nuestra decoración, tanto para mis peques como para los que nos visitan.

Para la decoración se puede utilizar cualquier material, nosotros reciclamos y utilizamos de base en practicamente todos los casos, cajas de cereales de desayuno. Algunas de las decoraciones fueron realizadas dentro de algún Proyecto semanal, os comparto sólo algunas fotos pero ya veis que las posibilidades son infinitas y se pueden adecuar a las celebraciones propias de vuestro lugar de residencia o reflejar actos importantes en vuestra familia etc.

Muñecos de nieve para el invierno, cuya construcción se encuadró dentro de uno de los proyectos semanales que podeis ver aquí.


Llegada la Navidad cambió la decoración e hicimos un abeto, la plantilla la teneis aquí.


Y en primavera, también floreció nuestra puerta (más detalles aquí).


Y este verano hicimos castillos de arena


Espero que os animeis a adornar vuestos días.

jueves, 24 de septiembre de 2009

HOMESCHOOLSHARE

Homeschoolshare: web especializada en el estudio por proyectos para niños
He he descubierto una página para aquellos que nos gusta trabajar con proyectos con nuestros hijos. Hay recursos para hacer "lapbooks", un montón de imprimibles preciosos y un temario variado. Yo lo he utilizado para mi hijo de cuatro años, pero también hay actividades para niños de primaria. Qué lo disfrutéis!!

sábado, 19 de septiembre de 2009

Experimentos

Ciencia para los más peqeños...



Maria Montessori



En los años 90, antes de la llegada del euro, Maria Montessori (1870-1952) figuró en las monedas italianas de 200 liras y en los billetes de 1000 liras, sustituyendo a Marco Polo. Da una idea de la trascendencia de este personaje en su país.


Maria Montessori rompió los moldes de la mujer de su época y también la imagen que se tenía de los niños, a los que en aquel entonces se veía pero rara vez se escuchaba. Además de ser la primera mujer que se graduó en medicina en la Universidad de Roma, en 1894, fundó el sistema de enseñanza que lleva su nombre, el Método Montessori, que está considerado como una educación para la vida. Influenciada por educadores como Froebel, Montessori creía que los niños podían aprender a hablar, escribir y leer de la misma forma que aprenden a gatear o caminar. Decía que los más pequeños tienen una "mente absorbente" y que era necesario que estuviesen libres para ser sus popios amos, tomar sus propias decisiones, y aprender por si mismos. Para ello, les proporcionaba un ambiente adecuado, estimulante, con materiales y actividades diseñadas para tal fin. Maria Montessori no estaba de acuerdo con las técnicas de enseñanza rígidas, con frecuencia crueles, que se usaban en Europa. Trataba con extremo respeto a sus alumnos. Su método se basaba en la capacidad del niño para aprender. No trataba de moldearle sino de darle libertad para adquirir conocimientos desde los primeros años de desarrollo.


«Yo estudio a mis niños, y ellos me muestran cómo debo enseñarles», decía. Montessori fue la primera que adaptó el mobiliario de clase al tamaño de los pequeños. Pensaba que el entorno era tan importante como la propia enseñanza, y por eso sus escuelas eran lugares en los que se respiraba paz, armonía y orden, y en los que los niños podían concentrarse en el aprendizaje. Asombró al mundo mostrando niños de cuatro o cinco años que aprendieron a leer y escribir de forma espontánea; que elegían trabajar a comer dulces; que adoraban el orden y el silencio; que podían estar concentrados en alguna actividad intelectual durante largo rato; que se mostraban cooperantes con sus compañeros, sin competitividad. En sus alumnos, la libertad no producía caos sino una disciplina colectiva. Las escuelas seguidoras del método Montessori se han multiplicado en todos los países. Aunque, lamentablemente, no se puede decir que todas ellas sean el vivo ejemplo de la fundadora. El experto en educación Herbert Kohl dijo al respecto en la revista Mothering:


«Hay muchas razones para enviar a un preescolar a una escuela Montessori. El currículum está bien elaborado y estimula a los niños a lo que podría llamarse un descubrimiento guiado. Puede proporcionar una base excelente para el aprendizaje complejo del futuro. Sin embargo, hay escuelas Montessori y escuelas Montessori. Algunas son rígidas y tristes mientras que otras, aunque utilicen los mismos sistemas y materiales, están llenas de vida y movimiento.


Estas últimas, con frecuencia van más allá del curriculum Montessori, hacia las artes, el teatro, la música y los deportes. Creo que este segundo tipo de escuelas Montessori es preferible porque estimula a los niños a desarrollar su imaginación y a aprender a través del juego creativo».









«Decidí darle a los niños una lección un poco humorística de cómo sonarse la nariz. Después de mostrarles distintas formas de utilizar el pañuelo, acabé indicándoles cómo se podía hacer de la manera menos inoportuna posible. Cogí el pañuelo de forma que ellos casi no pudieran verlo y me soné la nariz tan suavemente como pude. Los niños me miraban embelesados, pero no se reían. Yo me preguntaba por qué, pero no había terminado todavía mi explicación cuando empezaron todos a aplaudir como si fuese una ovación reprimida en un teatro. Cuando estaba a punto de irme, los niños empezaron a gritar: «¡Gracias, gracias por la lección!». —Maria Montessori
Visto en:

viernes, 18 de septiembre de 2009

Las rabietas y el llanto de los niños

Un artículo del pediatra Carlos González
Vía Adivina cuánto te quiero
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Está muy extendida la teoría de que a los niños (2 o 3 años) hay que dejarlos solos cuando tienen una rabieta. Claro, en la versión progre” del tema se dice que al niño se le deja desahogarse, pero el resultado es el mismo (le dejas solo y llorando) que en la versión tradicional: “no es más que teatro, así que hay que quitarle el público”, o en la conductista: “aislado en tiempo de exclusión hasta que aprenda a comportarse como es debido”.

Quizás parte del éxito de algunas de las teorías de “dejar llorar” viene de una confusión semántica: “no dejar llorar” frente a “no dejar llorar”. Me explico. Cuando yo digo que no hay que dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que hacer una actividad denominada “dejar llorar”, actividad que consiste en pasar de un niño que llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso estoy “prohibiendo” a los padres que le “dejen llorar”. En cambio algunas personas lo que dicen es algo muy distinto, que el niño no debe hacer una actividad denominada “llorar”, que los padres deben impedírselo, prohibírselo, incluso castigarlo por ello. Eso, claro, me parece una barbaridad.

Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole teta, o preguntándole qué le pasa, o diciendo “pobrecito, qué pupa más grande” o “sana sana culito de rana” o reconociendo el problema “sí, qué rabia, tenemos que irnos del parque porque es muy tarde, menos mal que mañana podremos volver…”), se le dicen con la mejor de las intenciones cosas como “no llores, que te pones muy feo”, o “qué vergüenza, un niño tan grande y llorando”, o “no llores, que los niños valientes no lloran”, o “no lores que pareces una nena” o “me duele la cabeza de oírte llorar”, o “este señor se va a enfadar si lloras”, o “cállate de una vez”, o “me tienes harto con tus llantos”.

Todos estos son ejemplos, unos más suaves y otros más bestias, de “no dejar llorar”. Claro, a todos se nos ha escapado alguna vez, y por una vez no tiene importancia; pero imagínense lo que es que cada vez que lloras, sea cual sea el motivo, te digan que te pones feo. ¿Qué va a sentir, cuando sea mayor, una persona educada así? ¿Qué comprensión, qué empatía, podrá sentir por el dolor ajeno, por el llanto de sus propios hijos? Le estamos diciendo que la belleza es el valor supremo, y que uno tiene incluso que reprimir sus propios sentimientos para poder ser “guapo” y por tanto aceptado socialmente.

Lo mismo que, cuando dejamos solo a un niño con una rabieta, cuando deliberadamente nos vamos de la habitación, o lo enviamos sólo a una habitación, le estamos enseñando que el dolor no es socialmente aceptable, que una persona bien educada no “se deja llevar” por sus sentimientos en público.

Otra cosa sería un niño mayor (o adolescente) que deliberadamente se va a llorar solo. También hay que demostrarle que tiene derecho a aislarse, si eso es lo que desea. No salgas corriendo detrás, no le digas que “es de mala educación” y que “no puede levantarse de la mesa”… pero puedes, al cabo de un tiempo prudencial, acercarte, decir algo, y seguir o retirarte según su respuesta. Cuando mis hijos tenían rabietas, lo probaba todo. Es cierto que en algunos casos parece que no quieran ser consolados: si les hablas o les preguntas, lloran aún más fuerte o te insultan, si intentas cogerles en brazos se resisten y patalean, si les tocas te pegan. En esas circunstancias, es muy humano sentir la tentación de decir: “¿Y encima me pegas? ¡Pues me voy y te j….! ¡Yo no tengo por qué aguantar esto!” Sentimiento que muchos intentarán racionalizar (pues la capacidad del ser humano para engañarse así mismo parece ser aún mayor que su capacidad para dejarse engañar por otros) con argumentos como “es mejor que se desahogue” o “no es un castigo, es aplicar las consecuencias lógicas, debe aprender que si insulta y pega nadie querrá estar con él”. Es muy humano reaccionar así, pero ¿no es un poco “infantil”? ¿No debería un adulto, que encima es padre, tener más herramientas que un niño de tres años para canalizar la ira y para mantener la compostura en situaciones difíciles?

Es un poco como si hubiera un individuo de pie en una cornisa, amenazando con tirarse de un octavo piso, diciendo a los bomberos: “si se acercan, me tiro”, y los bomberos dijeran, “bueno, hemos hecho lo que hemos podido; si se pone en plan imbécil no tenemos por qué aguantarle las impertinencias” y se fueran.

Supongo que cada niño es distinto, y que cada familia encontrará su propia estrategia. A nosotros nos iba muy bien, en las rabietas más terribles, alejarnos un poco y ponernos a hablar del niño en voz alta: “¿Sabes, Mamá, que ayer llevé a María a ver a Abuela? - ¿Ah, sí, fuisteis a ver a Abuela? - Si, y María estuvo ayudando a Abuela a preparar un pastel - ¿María ya sabe cocinar? - Sí, lo hizo muy bien, dijo Abuela que nunca había quedado la masa tan bien revuelta, sin ningún grumo de harina…” A medida que vamos hablando, notamos como María deja de llorar para poder oír mejor. “¿Y con qué hicieron la masa del pastel? - Pues con harina, leche, huevos, levadura, y… a ver si me acuerdo, había otra cosa…” Y de pronto María interviene: “-Y limón rallado, lo rallé yo”. A partir de ahí, la rabieta puede darse por concluida, siempre y cuando los padres sigan disimulando un rato y eviten la mezquina tentación de vengarse: “Ah, conque ahora hablas, creí que sólo sabías llorar”, o “No me interesa lo que digas, si tú no me querías oír a mí, yo tampoco te quiero oír a ti”, o “Ahora que has dejado de llorar, ¿me puedes explicar qué te pasaba?”…

Es asombroso la cantidad de padres que sienten (sentimos) la ridícula necesidad de decir la última palabra, de ajustar cuentas, de dejar ien claro quién se ha portado mal y quién se ha portado bien, la necesidad no sólo de vencer, sino de humillar al vencido. Que el mentiroso confiese, que el culpable pida perdón, que el desobediente obedezca… Supongo que son frustraciones sin resolver de nuestra propia infancia, que nos creemos con derecho a exigir de nuestros hijos absoluta sumisión porque sabemos que jamás la obtendremos ni de nuestros padres, ni de nuestro cónyuge, ni de nuestros amigos, ni de nuestros jefes, ni de nuestros subordinados, ni del gobierno…

sábado, 12 de septiembre de 2009

Las Diez Claves de la Lactancia Materna

La liga de la leche, España




Amamanta pronto, cuanto antes, mejor. La mayoría de los bebés están dispuestos a mamar durante la primera hora después del parto, cuando el instinto de succión es muy intenso.


Amamantar precozmente facilita la correcta colocación al pecho.

Ofrece el pecho a menudo día y noche. Hazte a la idea de que pasarás mucho tiempo amamantando a tu bebé durante estas primeras semanas. Un recién nacido normalmente mama entre 8 y 12 veces en 24 horas. No mires el reloj y dale el pecho cada vez que busque o llore, sin esperar a que "le toque". Así establecerás un buen suministro de leche.


Asegúrate de que el bebé succiona eficazmente y en la postura correcta.

Permite que el bebé mame del primer pecho todo lo que desee, hasta que lo suelte. Después ofrécele el otro. Unas veces lo querrá, otras no. Así el bebé tomará la leche que se produce al final de la toma, rica en grasa y calorías, y se sentirá satisfecho.

Cuanto más mama el bebé, más leche produce la madre. Es importante respetar el equilibrio natural y dejar que el bebé marque las pautas, mamando a demanda. No es necesario sentir el pecho lleno; la leche se produce principalmente durante la toma gracias a la succión del bebé.
Evita los biberones "de ayuda" y de suero glucosado. La leche artificial y el suero llenan al bebé y minan su interés por mamar, entonces el bebé succiona menos y la madre produce menos leche.
Evita el chupete, al menos durante las primeras semanas, hasta que la lactancia esté bien establecida. Un recién nacido ha de aprender bien cómo mamar del pecho, y tetinas artificiales como el biberón o el chupete pueden dificultar este aprendizaje.


Recuerda que un bebé también mama por razones diferentes al hambre, como por necesidad de succión o de consuelo. Ofrecerle el pecho es la forma más rápida de calmar a tu bebé.
Cuídate. Necesitas encontrar momentos de descanso y centrar tu atención más en el bebé que en otras tareas. Solicita ayuda de los tuyos.


Busca apoyo. Tu grupo local de La Liga de la Leche tiene la información y el apoyo que toda madre lactante necesita.


Visto en: