lunes, 27 de diciembre de 2010

El Apego



Un vínculo que nos marca de por vida

La estabilidad emocional adulta está estrechamente ligada a la manera en la que nos relacionamos con nuestra madre al nacer

Hay personas que tienen una habilidad natural para entablar y mantener relaciones de pareja o hacen amigos con facilidad, y a otras no les resulta tan sencillo; también existen las que se escudan en la hostilidad para que nadie se les acerque, todas estas formas de interactuar se determinan desde la cuna.

La primera historia de amor de los seres humanos comienza al nacer; en ese momento ocurre el primer vínculo entre la mamá y el bebé, este se va fortaleciendo durante los dos primeros años de vida y de esa conexión depende el desarrollo de la personalidad.

La lactancia, los besos, las caricias y la atención de las necesidades del recién nacido funcionan como vitaminas que nutren la parte emocional, su huella permanece hasta la vida adulta e influye en la forma de adherirnos afectivamente con otros y en la capacidad de amar.

Desde los cero hasta los cuatro años de vida, se da un crecimiento de estructuras cerebrales que serán responsables del funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. Por ello la importancia de que las experiencias de vinculación sean saludables.

“Desde el nacimiento hasta los 18 meses de edad ocurre una interacción de la madre o el cuidador con el niño, que le brinda herramientas de seguridad para que pueda enfrentarse con madurez a las etapas siguientes”, explica el pediatra y especialista en siquiatría infantil Max Figueroa Malavassi.

Después de la sexta semana hasta el sexto u octavo mes, se apega, ya conoce a quien le es familiar, interactúa, sonríe y se tranquiliza cuando está con su madre. Posterior al octavo mes hasta el año y medio viene el apego bien definido, ya no se angustia en extremo por la ausencia materna porque sabe que ella regresa.

Cuando el apego se da sobre una base de seguridad los pequeños crecen estables, independientes; en cambio, cuando el ambiente está dominado por la negligencia, la ausencia del cuidador y la hostilidad, ocurren los apegos distorsionados que se traducen en dificultades futuras para relacionarse, concluye.

Creando un molde biológico

La empatía, el afecto, el deseo de compartir, la capacidad de amar y ser amado, en general características de una persona asertiva, operativa y feliz, están asociadas al apego originado en la niñez temprana.

Basados en como las personas responden en relación con su figura de apego cuando están ansiosos, los investigadores Ainsworth, Blewar, Waters y Wall, definen tres patrones relevantes y las condiciones familiares que los promueven, el estilo seguro, el ansioso-ambivalente y el evasivo.

• Los niños con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Su madre o encargado es sensible a sus necesidades, por eso, tienen confianza que estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. Estas personas tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias.

• Los niños con estilos de apego evasivo, exhiben un aparente desinterés y desapego a la presencia de sus cuidadores durante periodos de angustia. Tienen poca confianza en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás, miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.

• Los niños con estilos de apego ansioso-ambivalente, responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores.
 
Fuente:
 
http://www.perfilcr.com/contenido/articles/2952/1/Un-vinculo-que-nos-marca-de-por-vida/Page1.html

viernes, 10 de diciembre de 2010

FICHAS, LABERINTOS,DIBUJOS PARA COLOREAR

Colourmountain

http://www.colormountain.com/
En esta página encontraréis multitud de actividades para los más pequeños: fichas para aprender las letras y números, dibujos para colorear, laberintos etc.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Los juguetes

Los juguetes son herramientas esenciales para el buen desarrollo emocional e intelectual. Juega un papel importante en la formación de los conceptos, aptitudes, expectativas y socialización de la persona.

Desde siempre, los niños han tenido la necesidad de moverse, curiosear, manipular y experimentar con sus cuerpo, con el entorno y con objetos. Quieren investigar, relacionarse, crear e intercambiar descubrimientos.

Para apoyarlos en su desarrollo el juguete es un aliado inmejorable, siempre y cuando permita libertad.

El juego debe ser una actividad que canalice su energía, pero además permita construir una solida autonomía personal.

Es por todo ello por lo que debemos buscar juguetes que sean capaces de acompañar el crecimiento físico, intelectual y emocional de cada etapa.

Orientaciones a la hora de elegir juguetes
  • que sea deseale, que estimule la imaginación.
  • que sea seguro. Elaborado con materiales solidos, con pinturas no tóxicas. Cuanto más pequeño es el niñ@ más grande debe ser el juguete.
  • Adecuado a la personalidad del destinatario. Un niño/a tímido puede relacionarse mejor a través de juegos de equipo (con varios jugadores); a un niñ@ muy activ@ los juegos de atención y artísticos le ayudaran a manejar su ritmo interior.
  • Sencillo, eso posibilita una amplia gama de usos, lo que fomenta la fantasía y su capacidad simbólica.
 Elegir juguetes por edades

0-6 meses: Necesita juguetes que le ayuden a descubrir su cuerpo y a distinguir diferentes texturas, formas y colores. Los sonajeros, móviles de cuna, muñecos de goma, mordedores, alfombras con actividades, etc.

7-12 meses: El bebé empieza a explorar los objetos y a reconocer voces. Pelotas, muñecos de trapo, juguetes sonoros, tentetiesos, balancines y andadores.

13-18 meses: Los cubos para encajar y apilar, las bicicletas con ruedas y los cochecitos.

19-24 meses: Coches, bicicletas, pizarras, pinturas, instrumentos musicales, muñecas y animalitos.

2-3 años:  Triciclos, palas, cubos, rompecabezas, pinturas, teléfonos y muñecas.

3-5 años: Bicicletas, pizarras, magnetófonos, marionetas y muñecos articulados.

Y siempre, a cualquier edad, el contacto con la naturaleza (tierra, agua, plantas y animales) y los libros.