La historia comienzo en la década de 1990 cuando apareció un estudio que en su conclusiones, y haciendo una traducción al lenguaje popular, venia a decirnos que "escuchar a Mozart nos hace más inteligentes"
En 1993, la psicóloga Frances Rauscher, de la Universidad de California y el neurobiólogo Gordon Shaw de la Universidad de Wisconsin describieron que la exposición de 36 estudiantes durante 10 minutos de la sonata para dos pianos en re mayor K.448 (véase catálogo Köchel) tenía efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio temporal. Este efecto duraba supuestamente unos 10 minutos y el hallazgo fue publicado en 1993 en la revista Nature. Desde entonces, se han intentado repetir estos experimentos y nunca se ha llegado al mismo resultado.
He aquí un resumen.
En 2003 la revista Nature publicó una investigación de la Universidad de California que reforzaba la idea concluyendo que solo diez minutos de una sonata para piano de Mozart bastaban para mejorar nuestro razonamiento espacial.
En 2007 un reporte publicado por el Ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».
En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3.000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.2 También se han reportado casos de personas con diversas enfermedades psiquiátricas que han tenido mejoría escuchando regularmente música de Mozart, aunque en todos los casos se ha citado el efecto placebo.
En cualquier caso, siempre será un placer escuchar a Mozart, quizás no nos haga más inteligentes pero seguro que nos hace más felices.
En 2007 un reporte publicado por el Ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».
En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3.000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.2 También se han reportado casos de personas con diversas enfermedades psiquiátricas que han tenido mejoría escuchando regularmente música de Mozart, aunque en todos los casos se ha citado el efecto placebo.
En cualquier caso, siempre será un placer escuchar a Mozart, quizás no nos haga más inteligentes pero seguro que nos hace más felices.
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